¿Por qué cuando estoy nervioso como más?

La pregunta que más de una vez nos hemos hecho. Es algo que siempre solemos observar en estudiantes en época de exámenes, en personas que realizan un viaje circunstancial u otro tipo de situaciones afines.

La respuesta, es fácil: las emociones están relacionadas con impulsos básicos y comer es uno de ellos.

Ciertas situaciones de la vida, activan nuestras alertas, el cuerpo y la mente se preparan para reaccionar, y este puede ser, si se dan las circunstancias, uno de los efectos colaterales. Comer para pasar el mal trago, y por encima de la cantidad normal.

 Comer desmesuradamente nos lleva a una calma rápida y un refuerzo positivo fuerte. Todo está bien cuando comemos y además, la sangre que activaba las partes del cuerpo necesarias para la lucha o combatir la ansiedad luchan en competencia por la sangre destinada al sistema digestivo para la digestión dejando menos recursos a la ansiedad, y por ende, tranquilizándonos.

Claramente, cuando se reacciona de una forma exagerada y excesiva, entra en juego la ansiedad y por ello dejamos de ser tan comedidos como siempre. El área de las emociones, sobre todo la amígdala, se prepara y se pone a trabajar “a tope” por lo que, según que personas para contrarrestar esto, realizan una serie de conductas y entre ellas puede ser la de comer grandes cantidades.

Así pues, el comer emocionalmente suele suceder ante cataclismos emocionales como fallecimientos o divorcios.

En estas situaciones de hambre emocional, suelen consumirse alimentos consuelo. Ciertos estudios demostraron que las personas felices tendían a consumir alimentos como pizza mientras que las tristes, algunos como helado o galletas.

Lo que es ley es que cuando estamos nerviosos y ansiosos no nos da por consumir vegetales o frutas. ¿Y esto por qué?

“Esto sucede porque los alimentos ricos en grasas, como el helado, pueden activar sustancias químicas corporales que crean una sensación de satisfacción y logro. Este rasgo casi adictivo puede hacer que volvamos a refugiarnos en esos alimentos cuando volvamos a sentirnos mal”.

Para detectar el hambre emocional, dejaremos unas pequeñas características que lo hacen inconfundible:

  • necesidad urgente de comer
  • deseo de comer algo en especial (por ejemplo, pizza o helado)
  • se come más de lo normal
  • sentimiento de culpa al terminar de comer

Lo más deseable si se detecta esta conducta es evitarla, ya que es una de las múltiples causas de la obesidad. Controlar la conducta de comer en estas circunstancias para manejar las emociones es lo ideal.

También es deseable aprender a afrontar las emociones y situaciones y con ello, gestionarlas de forma efectiva. Para ello uno de los primeros pasos es el autoconocimiento y las conductas sustitutivas.

Podemos probar con distraernos de la forma que sea, haciendo tareas, llamando a un familiar, e incluso podemos escribir sobre cómo nos sentimos para analizarlo posteriormente y conocernos mejor y manejar de mejor forma la ansiedad.

Hablar de lo que nos está pasando con alguien suele funcionar y ser muy eficaz. Debemos ser conscientes de que buscar la calma comiendo no es una solución y que nuestros problemas y circunstancias no se solventan con alimentos.

También deberíamos buscar alimentos sustitutos más saludables, y menos calóricos y grasos en casos de hambre emocional.

Un mensaje muy importante que me gustaría lanzar con este artículo es que actualmente, hay un montón de problemas y patología que se ve en consulta ligada al comer por nervios o hambre emocional. Es un problema creciente, que como ya reseñé antes puede conducir a trastornos de obesidad.

Una de las formas en que se manifiesta el hambre emocional es el conocido atracón o comer grandes cantidades de alimentos o más de lo que nuestro cuerpo puede asimilar en cortos periodos de tiempo. Hay que prestar mucha atención porque si se pierde el control con este tipo de conductas o se hacen muy frecuentemente, pueden llegar a convertirse en trastornos de la alimentación muy serios y perjudiciales para la salud, incluso convertirse en bulimia nerviosa.

No quiero dejar de recordar, que lo mejor en estos casos si se convierte en algo frecuente, o empieza a limitar la vida de quien lo padece, se debe consultar a un profesional y pedir ayuda, ya que esto permitirá mitigar el malestar y ansiedad del individuo e impedir caer en rutinas o costumbres perniciosas para la salud y la sana alimentación de cada uno.

Un profesional siempre nos escuchará y solucionara nuestro problema de la mejor forma para nosotros y nuestra mente. No dejemos que las cosas vayan a más y todo empeore.

BIBLIOGRAFÍA:

https://kidshealth.org/es/teens/emotional-eating-esp.html
https://www.lavanguardia.com/vivo/psicologia/20161017/411027602566/comer-ansiedad.html

PARA SABER MÁS Y AMPLIAR:

https://www.saludymedicinas.com.mx/nutricion/alimentacion/hambre-nerviosa-desorden-alimenticio-por-estres-y-nerviosismo

Artículo escrito y cedido a este Blog de la Psicóloga Raquel Herrero. Universidad de Salamanca

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