El Duelo Amoroso y el Duelo por Pérdida

En muchas ocasiones, las personas tendemos a pensar que al ir aparejados de causas tan dispares y diferentes,  los procesos psicológicos implicados en ambos procesos son también muy diferentes, pero esto, en realidad no es así.

Cuando perdemos a alguien, ya sea por ruptura o fallecimiento, un torbellino de emociones se apodera de nosotros y nos vemos inmersos en un totum revolutum de las mismas. Nos inunda la confusión, la desesperanza, la depresión, la ansiedad y a mayores un gran sentimiento de desapego, que será el que nos lleve a ser conscientes del problema y a rumiarlo, lo que nos hará entrar en un círculo vicioso de ansiedad muy devastador y desgastante que si no atajamos, y ponemos a funcionar a nuestro cerebro, este, sin estar ocupado, se polarizara en pro de esas emociones negativas y la ansiedad se alimentara indefinidamente.

A pesar de todo ello, lo importante es ir entrando en la primera fase del duelo propuesta por Kubler-Ross.  Es un proceso, duro y largo, pero el primer paso para entrar en la primera fase es el principio del fin. Nunca hay que perder la esperanza.

Durante la primera fase, el suceso traumático se niega. La sorpresa y el miedo se apoderan de la persona. El sujeto a penas duerme y cuando se despierta la realidad cae sobre él como una losa. La ansiedad comienza. El desapego está presente todo el día. Tanto en forma de emociones, como en forma de cogniciones.

 

La segunda fase es la ira. En esta fase, las emociones y cogniciones se vuelven contradictorias y ambivalentes, la carga de ansiedad es alta, y la persona puede recordarnos mucho a Dr Jekyll y Mr Hide. La persona esta cambiante e inestable, pero sigue sin poder controlar bien su ansiedad y emociones. De cualquier modo, como ya hemos indicado, lo importante es iniciar el proceso de duelo y avanzar a través de sus etapas.

La tercera fase es la de negociación, y aquí reina la incertidumbre y el desconsuelo, por lo que aquí también, como podemos inferir reina la ansiedad. En esta fase también suelen encontrarse emociones encontradas e incluso verbalización de las mismas. En unos instantes se puede defender a ultranza una idea concreta y al rato después, la opuesta, por muy descabellado que nos parezca.

 

La cuarta fase es la de depresión. Es aquí donde se vislumbra y se hace consciente de todas las emociones y de todo lo que se ha pasado. Por tanto esta etapa está dominada por la profunda tristeza y frustración, pero es el punto de inflexión hacia toda mejora, ya que todo, se ve en su conjunto, el esquema se ve en perspectiva, y aunque la toma de conciencia con la realidad es muy significativa, es lo que nos hará construir de nuevo nuestra vida. Es el impulso, el trampolín que nos permite relativizar, ver todo en perspectiva espacio temporal, y que de algún modo nos empuja hacia la actividad y hacia la normalidad. Esta fase del duelo se cristaliza en la máxima «la vida sigue». En esta etapa es fundamental marcarnos objetivos tanto a corto como a largo plazo.

La última etapa se trata de la aceptación. Fase final en la que predomina la tranquilidad y la confianza a pesar de que el estimulo estresante o ansiogeno este presente, así como sus efectos. La persona realiza una remontada, y es capaz de trascender los hechos acaecidos, seguir con su vida, sus objetivos y motivaciones como siempre y es capaz de reconducirse. En esta etapa, la persona se siente fuerte, y es muy deseable que a partir de aquí, examinemos cuidadosamente si sería deseable hacer ajustes por aquí y por allá sobre algunos aspectos de nuestra personalidad o esquemas con los que afrontamos las situaciones y sucesos que puedan necesitar mejora.

Es un buen momento de llevar esto a cabo, ya que la persona por un lado acaba de superar un evento adverso, pero a la vez lo tiene reciente para saber que es también lo que ha podido fallar.

 

Una vez explicado todo el proceso, ahora pasaremos a proponer cosas que nos puedan venir bien y serán clave para elaborar el proceso de una forma funcional y normalizada:

  • Primero de todo será muy importante centrarnos en apoyo social. Vincularnos más fuertemente aun a figuras importantes y cercanas en nuestras vidas, ya sean familiares o buenos amigos. No se trata de irle contando a todo el mundo nuestro problema, sino a una persona que creamos es un buen confidente, y que solo aconsejara, sin contaminar e influenciarnos con sus esquemas mentales que son ajenos a los nuestros.

 

  • También es importante realizar actividades divertidas, que nos llenen, y mantengan nuestra mente ocupada. No debemos dejar bajo ningún concepto que la ansiedad se apodere de nosotros mismos.

 

  • Adicionalmente, cuidar más que nunca nuestra imagen personal, nos proporcionara un plus de fuerza, ya que alimentara nuestro auto concepto y autoestima.

 

  • Se debe cuidar el aspecto de socializar con gente nueva. Conoce gente nueva, ya que entre esa gente nueva puede haber personas que te aporten cosas muy buenas y nuevas.

 

  • Revisa tu sistema de cogniciones, creencias y mecanismos emocionales. Puede ser un buen momento de ponerse manos a la obra en trabajar ciertos aspectos de tu personalidad que necesiten fortalecerse, pulirse o mejorarse.

 

  • Si no somos nosotros mismos los que atravesamos el duelo pero sí que tenemos a personas cercanas a nuestro alrededor que lo atraviesan, lo más recomendable es: ser empáticos, apoyar a la otra persona con lo que decida aunque podemos aconsejar, comunicarnos sin exigir y sin echar en cara (es el peor momento para hacerlo), no juzgar a la otra persona en base a las decisiones que tome, etc….

 

  • El tiempo, para concluir, es el gran remedio para todo mal. Así que hemos de ser pacientes con nosotros mismos y los demás, no forzar los tiempos ni luchar contra emociones, ya que eso siempre se vuelve en nuestra contra. Podemos incluso ralentizar el proceso de duelo, desmoronando lo que ya teníamos construido.

 

 

  • Ni que decir tiene, que siempre tendremos a nuestra disposición ayuda profesional si es que es necesaria. Un buen psicólogo puede llegar a ser un gran apoyo en los momentos más difíciles, y el siempre nos guiara en la mejor dirección con las mejores herramientas. La guía de una persona que es conocedora ampliamente sobre un tema es muy importante. Muchas veces tenemos que tener cuidado con por quien nos dejamos aconsejar. Hay personas que aunque tengan muy buenas intenciones para con nosotros, no saben realmente ni cómo hacer, ni que hacer para que nos reporte el mayor beneficio, apoyo y ayuda.

 

BIBLIOGRAFIA:

 

Kubbler- Ross, E. (2006). Sobre el duelo y el dolor. Luciérnaga: Madrid.

Garriga Bacardí, J. (2013). El buen amor en la pareja. Destino: Barcelona.

https://manejodelduelo.com/etapas-del-duelo-segun-elizabeth-kubler-ross/

Artículo escrito y cedido a este Blog por la psicóloga Raquel Herrero Palacios ©. Todos los derechos reservados.