Diferencias entre sociopatía y psicopatía

La sociopatía y la psicopatía son dos términos que a menudo se utilizan indistintamente, pero en la comunidad de salud mental y la psicología, hay algunas diferencias sutiles entre ambas. Ambos términos se utilizan para describir trastornos de personalidad antisocial, pero pueden tener algunas características distintivas. Aquí hay algunas de las diferencias clave:

  1. Origen y causa:
    • Sociopatía: Se cree que la sociopatía tiene más influencia ambiental en su desarrollo. Los sociópatas a menudo provienen de entornos desfavorecidos o han experimentado traumas en su infancia que pueden contribuir a la aparición de su trastorno.
    • Psicopatía: La psicopatía se considera más innata o biológica. Se cree que la psicopatía tiene un componente genético más fuerte y que las personas con psicopatía muestran rasgos antisociales desde una edad temprana, incluso en ausencia de entornos desfavorables.
  2. Comportamiento:
    • Sociopatía: Los sociópatas pueden ser más impulsivos y volátiles en su comportamiento. Tienden a tener dificultades para mantener relaciones a largo plazo y pueden ser más propensos a la agresión impulsiva.
    • Psicopatía: Los psicópatas tienden a ser más manipuladores y calculadores en su comportamiento. Son hábiles en la manipulación y pueden mantener relaciones superficiales a largo plazo mientras persiguen objetivos egoístas.
  3. Empatía:
    • Sociopatía: Los sociópatas pueden tener una capacidad limitada para experimentar empatía genuina, pero en algunos casos, pueden mostrar cierta empatía selectiva hacia personas cercanas o familiares.
    • Psicopatía: Los psicópatas a menudo carecen por completo de empatía genuina. Pueden simular empatía o comprensión, pero no experimentan emociones empáticas de manera genuina.
  4. Planificación del delito:
    • Sociopatía: Los sociópatas pueden cometer delitos impulsivos en respuesta a emociones intensas o situaciones estresantes.
    • Psicopatía: Los psicópatas tienden a planificar sus delitos con anticipación y pueden ser muy hábiles en evitar la detección.

Es importante destacar que estos términos no se utilizan en manuales diagnósticos oficiales como el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) y el ICD-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades). En cambio, en los manuales diagnósticos, se utiliza el término «Trastorno de Personalidad Antisocial» para describir patrones persistentes de comportamiento antisocial. La distinción entre sociopatía y psicopatía puede variar según el autor y la teoría en la psicología, y es importante recordar que cada individuo es único, por lo que es difícil hacer generalizaciones definitivas.

Carlos Sos Ruiz. Psicólogo en León y Valladolid.

Pasos para ayudar a un adicto

La adicción se ha convertido en uno de los problemas más frecuentes en consulta y clínica en este siglo.

En muchas ocasiones constituye un problema grave que genera gran deterioro en la vida de quien lo sufre y de los que viven o interactúan de alguna manera con él.

Ocasionalmente, pareciera ser un problema crónico, en el cual la persona parece curarse, reponerse y avanzar, pero vuelve a caer en esa espiral de adicción tan perniciosa y que tanto le limita.

Bien, el primer paso, que a la vez parecerá evidente pero que muchos olvidan, y por ello el clave y más importante aunque a la vez se perciba como tan trivial, es el conseguir el reconocimiento por parte de la persona que sufre la adicción.

Que la persona sepa reconocer, analizar, y conocer a fondo su problema, es la piedra angular del camino que nos llevará a una solución acertada, eficiente y sólida.

Este paso suele costar mucho al paciente o persona que sufre el problema;  ya que todos ellos o la gran mayoría suelen ocultar, confundir, falsear y tapar su problema, tanto a los demás como a ellos mismos pensando con una falsa ilusión que «está todo controlado» cuando dista mucho de ser así.

Tras este paso que suele costar mucho, y casi siempre se consigue de mano de un terapeuta o profesional de la salud mental, viene el afrontar el problema propiamente dicho.

Un paso muy importante y muchas veces pasado por alto, es el comunicar el problema y la intención de cortar de raíz con él a allegados, familiares y otras personas que tengan interacción continuada con el interesado, de forma que su problema quede expuesto y que por un lado éste se vea mas forzado por presión a controlarse, y que por otro lado todas estas personas que son conocedoras de la situación hagan de amortiguadores en caso de tener que frenar un impulso, tentación o conducta de parte de la persona que sufre la adicción.

Aquí pondremos el ejemplo más popular: los jugadores compulsivos se inscriben en bases de datos que no les permiten jugar, apostar etc. para así minimizar el riesgo de volver a caer en esas conductas.

Los pasos subsiguientes son de acción pura y dura: involucran casi siempre la figura de un terapeuta, y serán pasos tales como …

 

Asistir a una terapia, activa, programada y enfocada a objetivos claros a conseguir.

Primeramente la terapia se centrará en el estudio y manejo de emociones, analizar los por qué se llego a esa situación, qué se buscaba y qué carencias podían encontrarse en la vida de la persona.

También sería muy deseable un análisis de la conducta y cómo responde la persona a estímulos, a la sustancia o conducta causa de adicción, y pormenorizar dicho estudio adecuado a la individualidad de cada caso concreto.

Un paso importante e integrado en toda esta larga terapia sería trabajar la autoestima y autoconcepto, pues se observa que muchas personas con problemas de adicción realmente piensan y creen que jamás podrán vencerlo ni salir, aumentando la desesperanza y la motivación por trabajar sobre el problema. Esto en muchos casos, agrava sobremanera el problema, porque la espiral se vuelve más fuerte y vigorosa, y la sintomatología y la adicción se recrudecen.

El terapeuta puede incluir también cuando ya esté un poco desarrollada la terapia, actividades que sean llevadas a cabo por la persona interesada y que pongan a prueba su fuerza de voluntad, para estudiar las reacciones que tiene la persona al encontrarse con «tentaciones» de las cuales la vida real está llena y él o ella tendrán que aprender a controlar.

Se trataría de pequeños entrenamientos, de cara al problema y en la vida real, que generarán sensación de controlabilidad al paciente, y le servirán de experiencia y guía sobre cómo reaccionar de la forma más eficaz posible y con menor coste emocional cuando se encuentre con estímulos elicitadores u otras tentaciones.

 

El último paso, sería la plena integración en la vida cotidiana, siempre con continuación en terapia psicológica como respaldo. Aclarar que, se trataría del paso más complicado y cabe reseñar que el anterior suele ser muy dilatado en el tiempo, y que, a pesar de parecer algo corto y lineal no es así. En la fase previa a la que estamos tratando ahora, puede haber muchos años de trabajo, recaídas y volver a empezar con el problema y terapia, por lo que para nada se trata de dar una imagen simplista de la cuestión.

Y ahora sí, la plena integración en la vida cotidiana implica que la persona que sufrió una adicción vuelva a tomar las riendas de su vida y de su día a día, siendo el agente de sus propios actos y decisiones apoyado siempre por su núcleo más cercano y terapeutas. La persona tendrá que ser capaz de desenvolverse y desarrollar todo correctamente dejando a un lado el pasado y tendrá muy presente que para llevar su vida es necesaria la ruptura total con algo que la controló en un pasado y que no es para nada necesario para desarrollar su cotidianeidad y que a mayores, la entorpece, perjudica y descontrola.

Y todo ello, se consigue solamente tras un duro trabajo codo con codo en los planos: cognitivos, conductuales  y emocionales de la persona desde  una perspectiva global e interaccionista.

 

La sociedad debemos ser conscientes de este grave problema al que con mucha frecuencia se quita hierro y que tantas personas, vidas y familias destruye. La información y concienciación son dos potentísimas armas de las cuales podemos hacer uso y que nos llevarán a resultados muy favorables.

 

Raquel Herrero Palacios                                  

 

BIBLIOGRAFÍA:

López, E., Costa ,M. (2008). Educación para la salud. Guía práctica para promover estilos de vida saludables. Madrid, España: Pirámide.

http://muysaludable.sanitas.es/salud/como-ayudar-a-un-familiar-o-un-amigo-con-un-problema-de-adiccion/

https://es.familydoctor.org/como-brindar-apoyo-a-un-adicto/

 

Para saber más…

www.conadic.salud.gob.mx/pdfs/cecas/qro/anud43_quehacer.pdf

Artículo escrito y cedido a este Blog por la psicóloga Raquel Herrero Palacios ©. Todos los derechos reservados/All rights reserved.

El Duelo Amoroso y el Duelo por Pérdida

En muchas ocasiones, las personas tendemos a pensar que al ir aparejados de causas tan dispares y diferentes,  los procesos psicológicos implicados en ambos procesos son también muy diferentes, pero esto, en realidad no es así.

Cuando perdemos a alguien, ya sea por ruptura o fallecimiento, un torbellino de emociones se apodera de nosotros y nos vemos inmersos en un totum revolutum de las mismas. Nos inunda la confusión, la desesperanza, la depresión, la ansiedad y a mayores un gran sentimiento de desapego, que será el que nos lleve a ser conscientes del problema y a rumiarlo, lo que nos hará entrar en un círculo vicioso de ansiedad muy devastador y desgastante que si no atajamos, y ponemos a funcionar a nuestro cerebro, este, sin estar ocupado, se polarizara en pro de esas emociones negativas y la ansiedad se alimentara indefinidamente.

A pesar de todo ello, lo importante es ir entrando en la primera fase del duelo propuesta por Kubler-Ross.  Es un proceso, duro y largo, pero el primer paso para entrar en la primera fase es el principio del fin. Nunca hay que perder la esperanza.

Durante la primera fase, el suceso traumático se niega. La sorpresa y el miedo se apoderan de la persona. El sujeto a penas duerme y cuando se despierta la realidad cae sobre él como una losa. La ansiedad comienza. El desapego está presente todo el día. Tanto en forma de emociones, como en forma de cogniciones.

 

La segunda fase es la ira. En esta fase, las emociones y cogniciones se vuelven contradictorias y ambivalentes, la carga de ansiedad es alta, y la persona puede recordarnos mucho a Dr Jekyll y Mr Hide. La persona esta cambiante e inestable, pero sigue sin poder controlar bien su ansiedad y emociones. De cualquier modo, como ya hemos indicado, lo importante es iniciar el proceso de duelo y avanzar a través de sus etapas.

La tercera fase es la de negociación, y aquí reina la incertidumbre y el desconsuelo, por lo que aquí también, como podemos inferir reina la ansiedad. En esta fase también suelen encontrarse emociones encontradas e incluso verbalización de las mismas. En unos instantes se puede defender a ultranza una idea concreta y al rato después, la opuesta, por muy descabellado que nos parezca.

 

La cuarta fase es la de depresión. Es aquí donde se vislumbra y se hace consciente de todas las emociones y de todo lo que se ha pasado. Por tanto esta etapa está dominada por la profunda tristeza y frustración, pero es el punto de inflexión hacia toda mejora, ya que todo, se ve en su conjunto, el esquema se ve en perspectiva, y aunque la toma de conciencia con la realidad es muy significativa, es lo que nos hará construir de nuevo nuestra vida. Es el impulso, el trampolín que nos permite relativizar, ver todo en perspectiva espacio temporal, y que de algún modo nos empuja hacia la actividad y hacia la normalidad. Esta fase del duelo se cristaliza en la máxima «la vida sigue». En esta etapa es fundamental marcarnos objetivos tanto a corto como a largo plazo.

La última etapa se trata de la aceptación. Fase final en la que predomina la tranquilidad y la confianza a pesar de que el estimulo estresante o ansiogeno este presente, así como sus efectos. La persona realiza una remontada, y es capaz de trascender los hechos acaecidos, seguir con su vida, sus objetivos y motivaciones como siempre y es capaz de reconducirse. En esta etapa, la persona se siente fuerte, y es muy deseable que a partir de aquí, examinemos cuidadosamente si sería deseable hacer ajustes por aquí y por allá sobre algunos aspectos de nuestra personalidad o esquemas con los que afrontamos las situaciones y sucesos que puedan necesitar mejora.

Es un buen momento de llevar esto a cabo, ya que la persona por un lado acaba de superar un evento adverso, pero a la vez lo tiene reciente para saber que es también lo que ha podido fallar.

 

Una vez explicado todo el proceso, ahora pasaremos a proponer cosas que nos puedan venir bien y serán clave para elaborar el proceso de una forma funcional y normalizada:

  • Primero de todo será muy importante centrarnos en apoyo social. Vincularnos más fuertemente aun a figuras importantes y cercanas en nuestras vidas, ya sean familiares o buenos amigos. No se trata de irle contando a todo el mundo nuestro problema, sino a una persona que creamos es un buen confidente, y que solo aconsejara, sin contaminar e influenciarnos con sus esquemas mentales que son ajenos a los nuestros.

 

  • También es importante realizar actividades divertidas, que nos llenen, y mantengan nuestra mente ocupada. No debemos dejar bajo ningún concepto que la ansiedad se apodere de nosotros mismos.

 

  • Adicionalmente, cuidar más que nunca nuestra imagen personal, nos proporcionara un plus de fuerza, ya que alimentara nuestro auto concepto y autoestima.

 

  • Se debe cuidar el aspecto de socializar con gente nueva. Conoce gente nueva, ya que entre esa gente nueva puede haber personas que te aporten cosas muy buenas y nuevas.

 

  • Revisa tu sistema de cogniciones, creencias y mecanismos emocionales. Puede ser un buen momento de ponerse manos a la obra en trabajar ciertos aspectos de tu personalidad que necesiten fortalecerse, pulirse o mejorarse.

 

  • Si no somos nosotros mismos los que atravesamos el duelo pero sí que tenemos a personas cercanas a nuestro alrededor que lo atraviesan, lo más recomendable es: ser empáticos, apoyar a la otra persona con lo que decida aunque podemos aconsejar, comunicarnos sin exigir y sin echar en cara (es el peor momento para hacerlo), no juzgar a la otra persona en base a las decisiones que tome, etc….

 

  • El tiempo, para concluir, es el gran remedio para todo mal. Así que hemos de ser pacientes con nosotros mismos y los demás, no forzar los tiempos ni luchar contra emociones, ya que eso siempre se vuelve en nuestra contra. Podemos incluso ralentizar el proceso de duelo, desmoronando lo que ya teníamos construido.

 

 

  • Ni que decir tiene, que siempre tendremos a nuestra disposición ayuda profesional si es que es necesaria. Un buen psicólogo puede llegar a ser un gran apoyo en los momentos más difíciles, y el siempre nos guiara en la mejor dirección con las mejores herramientas. La guía de una persona que es conocedora ampliamente sobre un tema es muy importante. Muchas veces tenemos que tener cuidado con por quien nos dejamos aconsejar. Hay personas que aunque tengan muy buenas intenciones para con nosotros, no saben realmente ni cómo hacer, ni que hacer para que nos reporte el mayor beneficio, apoyo y ayuda.

 

BIBLIOGRAFIA:

 

Kubbler- Ross, E. (2006). Sobre el duelo y el dolor. Luciérnaga: Madrid.

Garriga Bacardí, J. (2013). El buen amor en la pareja. Destino: Barcelona.

https://manejodelduelo.com/etapas-del-duelo-segun-elizabeth-kubler-ross/

Artículo escrito y cedido a este Blog por la psicóloga Raquel Herrero Palacios ©. Todos los derechos reservados.