Comunicarnos es un acto mucho más complicado de lo que solemos imaginarnos.
No somos conscientes de la importancia de la comunicación, tanto verbal como no verbal; de la importancia que tiene comunicarnos de manera clara, evitando llegar a malentendidos, confusiones y conflictos.
Incluso somos poco responsables en relación a nuestra manera de comunicarnos, no dándole importancia al impacto que puedan tener nuestras palabras o gestos en la otra persona. Ni que decir tiene del respeto que a veces omitimos hacia el otro, cuando ni siquiera lo escuchamos porque estamos más preocupados sobre lo que vamos a decir más tarde.
La comunicación es todo un arte en el que somos casi unos principiantes, pues estamos demasiado acostumbrados a crear realidades a partir de supuestos ideacionales sin verificar lo que el otro quiere transmitirnos, simplemente dando por entendido aquello que hemos recibido.
Y por supuesto, a lo que estamos más acostumbrados es a echar la culpa y/o intentar convencer al otro cuando conversamos, en eso somos unos grandes expertos.
Pero la comunicación también es afecto o la ausencia de éste, tanto en su esfera verbal como en la no-verbal; también es emoción. Ya que cualquier tono, expresión, gesto que reviste un discurso o un diálogo, está mediatizado en buena medida por los sentimientos.
Por lo tanto, entender la comunicación como un hecho simple está muy alejado de la realidad, sobre todo por la gran cantidad de variables que intervienen y que tan poco se tienen en cuenta. Un simple gesto puede constituir el detonante de todo un efecto dominó en una dinámica relacional entre dos personas.
Sin olvidarnos del contexto, el cual da sentido y significado a nuestras acciones. El dónde, en qué momento y situación se dice o hace lo que se dice también es importante. Incluso en ocasiones, resulta común como se aísla una frase o expresión de un discurso, descontextualizándola y apartándola así de su eje central para utilizarla posteriormente como defensa o modo de ataque al interlocutor.
¿Cómo es el proceso de comunicación?
Para entenderlo, imaginemos a dos personas, una de ellas posee una idea que intentará traducir en palabras para que su interlocutor lo entienda. Puede ser su concepción del amor, de la amistad o simplemente le trata de explicar cómo es la persona que le gusta o la dificultad que tiene en el trabajo.
Pero, ¿os habéis parado a pensar que cuando una persona intenta transmitir una imagen, una idea o habla sobre algo, probablemente la otra persona con la que está interactuando no recibe lo mismo?
Parece que nos entendemos, pero lo único que hacemos para intentar llegar a ello, es ir construyendo historias en base a lo que recibimos y a lo que cada uno de nosotros trae consigo de fábrica. Por lo que no hay una realidad externa a nuestros ojos, sino que la construimos in situ a través del lenguaje verbal.
Tú me cuentas y yo construyo, te devuelvo y tú vuelves a construir. Y casi sin quererlo, le somos infiel a la realidad gracias a nuestros filtros y a nuestra propia visión. Por lo tanto, intentamos transmitir algo e intentamos entenderlo, pero tan solo lo intentamos… o ¿no?
Cada uno de nosotros desde nuestra estructura cognitiva, sistema de creencias, valores, experiencias personales y normas socioculturales y familiares, construimos ideas desde nuestro modo de conocer.
5 axiomas de la comunicación
Por último para intentar entenderlo todo un poco mejor, os presentamos los 5 axiomas de la comunicación, según Paul Watzlawick, autor de varios libros y de la Teoría de la Comunicación Humana:
1) Es imposible no comunicarse
Todo comportamiento en cierta medida es una forma de comunicación, ya sea a nivel implícito o explícito. Incluso el silencio lleva consigo un gran contenido, pues éste ya es una respuesta en sí mismo, por lo tanto, resulta imposible no comunicarse.
2) Toda la comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal manera que el último clasifica al primero, y es por tanto, una metacomunicación.
En este caso, se hace referencia no solo al qué o significado de lo que se quiere comunicar sino también al cómo la persona que habla quiere ser entendida y como quiere o pretende que le entiendan. Es decir, transmitimos datos y a la vez, cómo queremos que se entiendan éstos.
3) La naturaleza de una relación depende de la gradación que los participantes hagan de las secuencias comunicacionales entre ellos.
Cada uno de nosotros siempre realiza una versión de lo que observa, por lo tanto, nos contamos historias a nosotros mismos sobre lo sucedido en base a nuestras experiencias, características personales y aprendizajes.
4) La comunicación humana implica dos modalidades: digital y analógica.
Con este axioma se hace referencia a la transmisión directa de la información a través de la palabra (modalidad digital) y a la forma de expresarnos a través del movimiento, la tonalidad o posturas corporales (modalidad analógica).Cuando hablamos más allá de emitir palabras, nuestros ojos también hablan por ejemplo y nuestro cuerpo.
5) Los intercambios comunicaciones pueden ser tanto simétricos como complementarios.
Y por último, aquí se hace referencia al modo de relacionarse de las personas, unas veces bajo condiciones de igualdad, mientras que otras bajo las diferencias.
Cuando la relación es simétrica, ambas personas se mueven en el mismo plano en condiciones de igualdad, pero no se complementan, sino que su intercambio suele ser dificultoso, ya que cada una de ellas critica o toma la iniciativa. Mientras que si la relación es complementaria, ambas personas se encuentran en condiciones de desigualdad pero aceptan sus diferencias, permitiendo así el complemento en la interacción, son por ejemplo las relaciones padre-hijo, vendedor-comprador, etc.
Finalmente recordaros que vemos lo que queremos ver, mientras inventamos y creamos realidades, siendo el lenguaje la principal vía de dicha construcción. Por lo que cada uno de nosotros somos pequeñas historias.
El mundo es la imagen del lenguaje…
Referencias bibliográficas:
-Ceberio, Marcelo R. (2006) La buena comunicación. Las posibilidades de la interacción humana. Barcelona: Paidós
-Watzlawick, P. (1980) El lenguaje del cambio. Barcelona: Herder
Psicóloga Gema Sánchez Cuevas. Colegiada Nº EX01253. © All rights reserved.