Los ataques de pánico son, actualmente una de las consultas más frecuentes en el ámbito de la salud mental. De inicio en muchas ocasiones repentino, y no limitados a ninguna situación o conjunto de situaciones particulares, pueden llegar a mermar de forma importante la calidad de vida de una persona.
Los ataques de pánico cursan con sensaciones de miedo intenso y de ello se derivan reacciones físicas graves sin peligro real o aparente que lo desencadene.
Algunos de los síntomas de los ataques de pánico, que los hacen tan alarmantes y escandalosos son:
-Sensación de peligro o de muerte inminente.
-Náuseas, sofocos, escalofríos, sudor, temblores, dolor de pecho y/o de cabeza…
– Mareos, sensación de entumecimiento, hormigueo o desvanecimiento, desmayos.
– Miedo a perder el control o a la muerte.
Y en este punto nos debemos detener. Una de las piedras angulares, por no decir que la principal de este trastorno tiene como origen o etiología el miedo a morir, a perder el control o a enloquecer. Además, operan aquí, factores como el condicionamiento y reforzamiento de conductas de evitación. Esto se debe a que a menudo, el miedo y los síntomas fisiológicos van in crescendo y eso hace que los sujetos que lo padecen, terminan por salir y escapar de donde se encuentren.
Todo ello conlleva a una evitación que conlleva otro problema en sí mismo. Las personas comienzan a restringir sus vidas y a llevarlas a cabo en función de evitar lugares, situaciones, o sitios públicos, donde ellos anticipan que los ataques de pánico pueden sobrevenir. Esto hace que se entre en un círculo vicioso en el que la persona acaba en los casos más extremos, por no salir de casa agravándose la situación y haciendo que la recuperación sea cada vez más costosa y más lejana, pues en muchos casos es la propia exposición, por reforzamiento y condicionamiento también, sin consecuencias adversas, la que ayuda entre otras herramientas implementadas en consulta, la que lleva a superar los ataques de pánico.
No se sabe con seguridad una causa certera de los ataques de pánico, pero entre algunos factores, podemos encontrar la genética, estar expuesto a altos niveles de estrés, un carácter más sensible a las emociones negativas, y cambios en el funcionamiento cerebral. En esta ultima podemos incluir uso y abuso de drogas entre otras.
Los ataques de pánico, siempre aparecen de forma repentina e inesperada la primera vez. Más tarde se mantienen en el tiempo y se desencadenan debido a ciertas situaciones, y es aquí donde los profesionales de la salud mental tienen que cortar el proceso primeramente evitando la generalización por extensión de las situaciones que producen la anticipación de un posible ataque de pánico y por otro lado ir intentando erradicarlos por completo.
Son muchas las personas que por ejemplo tienen un ataque de pánico por primera vez en una situación social como lo es un autobús. En un futuro la persona tenderá a evitar subirse a un autobús.
También en los ataques de pánico, con frecuencia en consulta las personas que los sufren siempre refieren un síntoma característico y muy molesto, muy ligado a la ansiedad: la despersonalización o desrealización. Consisten en sentir que uno no está dentro de su propio cuerpo y/o mente, y este es uno de los síntomas que tanto producen esa sensación de peligro inminente o muerte.
Para el diagnostico, será importante hacer hincapié en dos puntos muy importantes:
Primeramente se revisará mediante análisis de sangre el estado de la tiroides así como se verificara el estado del corazón y su funcionamiento.
Y por supuesto se llevará a cabo una evaluación psicológica en la que se examinen con minuciosidad los síntomas, preocupaciones y temores de la persona, así como problemas familiares, relacionales, situaciones que se pueden estar evitando y antecedentes familiares de este problema.
El mejor tratamiento para los ataques de pánico es sin duda la psicoterapia. La terapia cognitivo conductual con tintes de exposición in vivo puede llegar a ser altamente efectiva. Recordemos que igual que el trastorno de pánico se va agravando por puro condicionamiento, la forma de solucionarlo es la misma, pero sirviéndose de la otra cara de la moneda. También en algunas ocasiones se utilizan los psicofármacos, más concretamente los ansiolíticos, cuando los síntomas de los ataques de pánico, sobre todo los fisiológicos son tan fuertes que limitan enormemente la vida cotidiana de la persona. De cualquier modo, su uso siempre ha de controlarse por un psiquiatra tanto la pauta como dosis y frecuencias de toma, y debe evitarse a toda costa su uso prolongado en el tiempo, pues aparte de crear dependencia, este tipo de fármacos no enfrentan ni gestionan el problema, que es lo que llevaría a su remisión, sino que son meros parches que tan solo eliminan la sintomatología mas aparatosa.
Bien, pues esto ha sido una explicación bastante somera de los ataques de pánico.
Es un problema muy frecuente al que conviene prestar atención en sus estadios más tempranos. Conviene también trabajar en él y prevenirlo, sobre todo en la actualidad con la problemática de la pandemia mundial. Personas que son proclives y sensibles a situaciones poco comunes como es esta que todos estamos viviendo, pueden sufrir mucho y acabar padeciendo trastornos derivados de la ansiedad.
RAQUEL HERRERO PALACIOS ENERO 2021
Bibliografía:
CIE-10. (1992), Meditor, Madrid.
Artículo escrito y cedido a este Blog de la Psicóloga Raquel Herrero. Universidad de Salamanca
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