En psicología, llamamos efecto halo al efecto que conduce a la mente humana a sojuzgar a personajes y personas en base a acontecimientos clave que han resultado positivos y que nos hace olvidar lo negativo o nos lleva directamente a no verlo. Esto pasa con más frecuencia aun si el personaje ha muerto repentinamente y se crea lo que popularmente se conoce como hito. La persona o personaje en cuestión comienza a tener un halo y ya solo se percibe y recuerda lo bueno de el/ella. Ya nadie ve ni recuerda cosas o características negativas de su persona y personalidad.
Desde el punto de vista psicológico, tiene muchas implicaciones pero citaremos solo unas cuantas. Este efecto se da con mucha frecuencia entre algunos tipos de padres y/o modelos parentales. ¿Os suena o habéis escuchado alguna vez, aquello del hijo predilecto? Pues bien muchas veces algún hijo que ha conseguido gestas positivas, es a menudo reconocido como un gran hijo, disipando con ello sus actos menos halagadores incluso haciendo que ni éstos puedan ser recordados.
Este efecto también se observa en las clases tanto en etapa escolar como en universitaria. El profesor se ciega con sus alumnos favoritos, y estará más reticente a bajarles la nota ante cualquier fallo o descenso en su rendimiento.
Por el contrario, hablaremos como no de su homólogo negativo efecto diablo.
El efecto diablo también opera tanto en los modelos parentales de crianza como en el entorno educativo. El problema es aun más grave que con el efecto halo. El efecto halo puede llevar a pasar por alto defectos o errores que pueden pasar a mayúsculos con el paso del tiempo y darnos cuenta solo cuando ya han sucedido. Pero un efecto diablo, puede llevar a profecías autocumplidas que trunquen la vida escolar de un estudiante en potencia brillante, o bien relegar a un hijo o familiar con el título de “oveja negra”.
Es por tanto que debemos ser cuidadosos con estos efectos sea cual sea su direccionalidad, ya que el halo nos impide ver las cosas menos buenas pero reales que suceden y el diablo nos impide ver lo bueno y las potencialidades que puede haber en las personas por un acto o suceso negativo aislado de magnitud.
El efecto diablo, puede hacer que algunos estudiantes arrastren el “san Benito” de problemáticos durante cursos en un mismo centro, debido a los prejuicios y las advertencias que se hacen unos profesores a otros, contribuyendo a alimentar una fama y cartel de una persona que puede opacar nuevos logros o potencialidades. Lo mismo pasa y debemos vigilar con los hijos. Un hijo que puede dar ciertos problemas en un rango de edad, puede cosechar muchos éxitos y triunfos e incluso ser magníficamente brillante años después.
Se ha de ser delicado con este tema, pues como decíamos las profecías autocumplidas en la persona misma sobre la que se aplican los efectos halo o diablo, pueden llevar a problemas de autoestima y autoconcepto dañando seriamente la salud y bienestar psicológico del afectado/a.
Estos efectos también se utilizan tanto para bien como para mal en marketing. También son efectos con gran impacto social.
En marketing su aprovechamiento es bastante conocido. Ahora todos sabemos o hemos oído hablar de los famosos influencers. Pues bien, el efecto halo tiene el siguiente funcionamiento. Las empresas estudian con minuciosidad los famosos más influyentes y conocidos entre sus seguidores. Muchas veces los seguidores quieren tener la ropa que visten, el calzado con el que caminan e incluso ir a comer a los lugares que ellos van. Las empresas explotan el efecto halo que ejercen estas personas famosas. Son como dioses para sus seguidores, y las ventas se incrementan en mucho sin apenas esfuerzo e inversiones publicitarias.
En muchas ocasiones cuando un famoso indica consumir o utilizar cierto producto de cierta marca, hasta se benefician de ese efecto halo generalizado otros productos diferentes de la misma marca.
También hemos asistido al efecto diablo cuando algunas cadenas han tapado o realizado actos poco éticos. El sentir colectivo ha castigado a los anunciantes de dichas cadenas o programas no consumiendo sus productos y generando un impacto bastante negativo sin que esa empresa sea directamente responsable o esté relacionada con los actos en sí. Algo bastante irracional pero frecuente. También puede observarse este fenómeno en el complot que recientemente y desde hace años se hace a productos catalanes basándose en la idea del independentismo, cuando no todos los catalanes son independentistas, ni las empresas juegan un papel político, y mucho menos que la calidad de un producto se define por las posiciones políticas de los dueños de la empresa o sus directivos. Es importante constatar que operan mecanismos bastante inconscientes e irracionales en ambos efectos, y por tanto, sería deseable que se examinaran y controlaran. No son efectos que deban estar presentes ni son ventajosos en ninguna de sus direcciones.
Para finalizar, también cabe reseñar que socialmente, estos efectos operan también de forma muy fuerte en la sociedad. En el mundo de la televisión y mass media, se promulgan valores que pueden tomarse como buenos tan solo porque salen de una persona muy famosa. Y es muy posible que sean actos negativos e injustificables, pero se veneran porque salen de esa persona tan influyente y con tanta fama.
Es por tanto que estos dos efectos pueden operar mediante factores sociales en la moralidad. Y no podemos olvidar, que en muchas ocasiones la televisión la están viendo personas en pleno desarrollo madurativo y mental, y que estos valores, pueden calar hondo en sus escalas.
Tengamos cuidado y filtros, ahora que ya sabemos de que van tanto el efecto halo como el efecto diablo, podemos detectarlos y hacer con ellos lo más conveniente en cada caso.
Artículo escrito y cedido a este Blog de la Psicóloga Raquel Herrero. Universidad de Salamanca
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