¿Ya has decidido a quién votar en las próximas elecciones que están a la vuelta de la esquina? Sea como fuere, primeramente reseñar que aunque nos parezca que no, hay mucho de psicológico en torno a este tema.
En el proceso de toma de decisión al elegir al líder político que más adecuado nos resulta a cada uno, operan varios factores, que dan como resultado la proyección en dicho líder de nuestras expectativas.
Uno de esos factores es la afinidad. Efectivamente, algo parecido a lo que opera cuando buscamos pareja, parece operar en este fenómeno. Tenderemos a elegir a aquel líder, que más se adecue a mis propios esquemas mentales, y valores, ya que al margen de sus posiciones, dichos esquemas le harán similar a nosotros en COMO piense, y si adicionalmente, lo QUE piensa coindice con lo que nosotros pensamos, le elección de ese candidato se hará efectiva. Esa misma afinidad también se hace patente e influye en cuanto a sus formas, si le vemos cercano a nuestro modo de vivir, de reaccionar y puede que en algunos casos incluso, hasta al de vestir.
Algo derivado de esa afinidad, es la similitud que percibimos de ese líder, así como la cercanía que nos transmite. Lógicamente, habrá personas que esa cercanía la sientan con un líder y con otro no, debido a que está estrechamente relacionado con la cuestión anterior. Una persona afín a mí, es percibida como más cercana o familiar que otra a la que no considero afín. Este sería un factor muy decisivo para elegir a un candidato.
Y por último y no menos importante el más evidente. Un líder que opina, quiere actuar y lo expresa en consonancia a como lo haríamos nosotros, será nuestro candidato. Piensa por un momento: Aunque existan diferencias, por lo general…¿Tus amigos piensan y tienen unos valores en general afines a los tuyos? Si, ¿verdad?. Pues con esto ocurre lo mismo.
Por otro lado, la otra piedra angular que está condicionando el proceso de decisión, son nuestras expectativas como ciudadano. Las expectativas que nos llevan a votar pueden ser variadas y tales como: querer cambiar el orden de las cosas porque el actual no se ajusta a nuestros esquemas y valores, actuar como ciudadano movido sin más por la masa, o bien sentirse motivado por el bien común y decidir responsablemente. Sea como fuere, son las expectativas las que me hacen actuar o decidir en consecuencia. Veamos un ejemplo.
Si como ciudadano valoro, que lo que necesita mi sociedad actualmente es «X», y entre los candidatos hay dos que van a apoyar y luchar por la causa de «X» que es una de mis prioridades a resolver o mejorar como ciudadano, decidiré entre ellos dos, y seguramente ahondando, elija al que de los dos, más cercano y afín sienta.
Es por tanto que yo ciudadano, al tener una expectativa «Y» veo probable que suceda, y para ello, para que ésta se haga efectiva elijo a un líder de entre varios proyectando en su figura mis deseos y esperando que él sea la vía de alcanzar y ejecutar lo que yo veo como necesario y prioritario.
Al margen de la expectativa de cambio o de mejora, puede estar la de éxito o fracaso (Burnett, 1991; Mann et al., 1998). Un grupo de votantes y seguidores de un partido «Z» creerán que si votan a su candidato, que expone unas medidas y acciones que ven acertadas, le llevarán al éxito rotundo, y esto les hará desechar al resto de candidatos que perciben como fracaso. Si ellos perciben que lo que expone el adversario no es el modo en que ellos mismos resolverían ese problema, se percibe como fracaso y esta expectativa es la que opera en la decisión de no votar al líder del partido «X» que no propone los puntos que propone el de «Z».
En otros casos, existen otras personas cuya motivación para votar no es más que el que: «porque los demás lo hacen» siendo esa expectativa el votar propiamente dicho. Quizá no crean que ningún candidato es aceptable o que no se ajusta a lo que ellos quieren. Pero esto es otro tema aparte.
Para concluir, el proceso de decisión que opera en la elección de un líder político, es complejo y como hemos visto es influenciado, por expectativas, por valores y similitud de esquemas mentales e incluso por conformismo y presión grupal o dejarse llevar por la norma o mayoría de un grupo en algunos casos. Estos últimos factores aquí citados son también muy importantes y comunes en grupos que pudieran no tener del todo claro su decisión. No olvidemos que vivimos en sociedad, y diariamente nos vemos influenciados por la información que recibimos; la presión social, es todo un hecho.
Raquel Herrero Palacios
BIBLIOGRAFIA
Aronson, E. (1975). El animal social. Madrid: Alianza Editorial.
Luna Bernal, A et al. (2014). Patrones de toma de decisiones y autoconfianza en adolescentes. Revista de psicología. 32 (1). Versión On-line ISSN 0254-9247.
ONLINE:
https://psicologiaymente.net/social/conformismo-presion-grupo#!
http://psicologia.isipedia.com/segundo/psicologia-del-pensamiento/07-la-toma-de-decisiones
Artículo escrito y cecido a este Blog por la psicóloga Raquel Herrero Palacios ©. Todos los derechos reservados.