La adicción se ha convertido en uno de los problemas más frecuentes en consulta y clínica en este siglo.
En muchas ocasiones constituye un problema grave que genera gran deterioro en la vida de quien lo sufre y de los que viven o interactúan de alguna manera con él.
Ocasionalmente, pareciera ser un problema crónico, en el cual la persona parece curarse, reponerse y avanzar, pero vuelve a caer en esa espiral de adicción tan perniciosa y que tanto le limita.
Bien, el primer paso, que a la vez parecerá evidente pero que muchos olvidan, y por ello el clave y más importante aunque a la vez se perciba como tan trivial, es el conseguir el reconocimiento por parte de la persona que sufre la adicción.
Que la persona sepa reconocer, analizar, y conocer a fondo su problema, es la piedra angular del camino que nos llevará a una solución acertada, eficiente y sólida.
Este paso suele costar mucho al paciente o persona que sufre el problema; ya que todos ellos o la gran mayoría suelen ocultar, confundir, falsear y tapar su problema, tanto a los demás como a ellos mismos pensando con una falsa ilusión que «está todo controlado» cuando dista mucho de ser así.
Tras este paso que suele costar mucho, y casi siempre se consigue de mano de un terapeuta o profesional de la salud mental, viene el afrontar el problema propiamente dicho.
Un paso muy importante y muchas veces pasado por alto, es el comunicar el problema y la intención de cortar de raíz con él a allegados, familiares y otras personas que tengan interacción continuada con el interesado, de forma que su problema quede expuesto y que por un lado éste se vea mas forzado por presión a controlarse, y que por otro lado todas estas personas que son conocedoras de la situación hagan de amortiguadores en caso de tener que frenar un impulso, tentación o conducta de parte de la persona que sufre la adicción.
Aquí pondremos el ejemplo más popular: los jugadores compulsivos se inscriben en bases de datos que no les permiten jugar, apostar etc. para así minimizar el riesgo de volver a caer en esas conductas.
Los pasos subsiguientes son de acción pura y dura: involucran casi siempre la figura de un terapeuta, y serán pasos tales como …
Asistir a una terapia, activa, programada y enfocada a objetivos claros a conseguir.
Primeramente la terapia se centrará en el estudio y manejo de emociones, analizar los por qué se llego a esa situación, qué se buscaba y qué carencias podían encontrarse en la vida de la persona.
También sería muy deseable un análisis de la conducta y cómo responde la persona a estímulos, a la sustancia o conducta causa de adicción, y pormenorizar dicho estudio adecuado a la individualidad de cada caso concreto.
Un paso importante e integrado en toda esta larga terapia sería trabajar la autoestima y autoconcepto, pues se observa que muchas personas con problemas de adicción realmente piensan y creen que jamás podrán vencerlo ni salir, aumentando la desesperanza y la motivación por trabajar sobre el problema. Esto en muchos casos, agrava sobremanera el problema, porque la espiral se vuelve más fuerte y vigorosa, y la sintomatología y la adicción se recrudecen.
El terapeuta puede incluir también cuando ya esté un poco desarrollada la terapia, actividades que sean llevadas a cabo por la persona interesada y que pongan a prueba su fuerza de voluntad, para estudiar las reacciones que tiene la persona al encontrarse con «tentaciones» de las cuales la vida real está llena y él o ella tendrán que aprender a controlar.
Se trataría de pequeños entrenamientos, de cara al problema y en la vida real, que generarán sensación de controlabilidad al paciente, y le servirán de experiencia y guía sobre cómo reaccionar de la forma más eficaz posible y con menor coste emocional cuando se encuentre con estímulos elicitadores u otras tentaciones.
El último paso, sería la plena integración en la vida cotidiana, siempre con continuación en terapia psicológica como respaldo. Aclarar que, se trataría del paso más complicado y cabe reseñar que el anterior suele ser muy dilatado en el tiempo, y que, a pesar de parecer algo corto y lineal no es así. En la fase previa a la que estamos tratando ahora, puede haber muchos años de trabajo, recaídas y volver a empezar con el problema y terapia, por lo que para nada se trata de dar una imagen simplista de la cuestión.
Y ahora sí, la plena integración en la vida cotidiana implica que la persona que sufrió una adicción vuelva a tomar las riendas de su vida y de su día a día, siendo el agente de sus propios actos y decisiones apoyado siempre por su núcleo más cercano y terapeutas. La persona tendrá que ser capaz de desenvolverse y desarrollar todo correctamente dejando a un lado el pasado y tendrá muy presente que para llevar su vida es necesaria la ruptura total con algo que la controló en un pasado y que no es para nada necesario para desarrollar su cotidianeidad y que a mayores, la entorpece, perjudica y descontrola.
Y todo ello, se consigue solamente tras un duro trabajo codo con codo en los planos: cognitivos, conductuales y emocionales de la persona desde una perspectiva global e interaccionista.
La sociedad debemos ser conscientes de este grave problema al que con mucha frecuencia se quita hierro y que tantas personas, vidas y familias destruye. La información y concienciación son dos potentísimas armas de las cuales podemos hacer uso y que nos llevarán a resultados muy favorables.
Raquel Herrero Palacios
BIBLIOGRAFÍA:
López, E., Costa ,M. (2008). Educación para la salud. Guía práctica para promover estilos de vida saludables. Madrid, España: Pirámide.
http://muysaludable.sanitas.es/salud/como-ayudar-a-un-familiar-o-un-amigo-con-un-problema-de-adiccion/
https://es.familydoctor.org/como-brindar-apoyo-a-un-adicto/
Para saber más…
www.conadic.salud.gob.mx/pdfs/cecas/qro/anud43_quehacer.pdf
Artículo escrito y cedido a este Blog por la psicóloga Raquel Herrero Palacios ©. Todos los derechos reservados/All rights reserved.